¡A que sí lo conoces!

Daniel Romero Pernalete (*)

Ayer visité la página web de la Dirección General de Inteligencia Militar (www.dgim.mil.ve). Me metí en la parte denominada “Denuncias en Línea”. Desde allí, cualquiera puede referir “algún hecho ilegal o ilícito cometido por funcionarios públicos o no funcionarios, por civiles o militares, en perjuicio del Estado o del interés Nacional”.

Si la DGIM me inspirara confianza, le hiciera llegar algunas denuncias. Denunciaría, por ejemplo, que hay un tipo que ha convertido a Venezuela en un barril de pólvora. Que ha hecho crecer en extensión y profundidad la mancha de pobreza heredada de la Cuarta República. Que ha ahondado el abismo entre promesas y realizaciones. Que está creando una descomunal frustración que en cualquier momento puede estallar. Un tipo, en suma, que atenta contra el “desarrollo integral” en el que está fundamentada la seguridad nacional, según el Artículo 2 de la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación.

Completaría la denuncia señalando que ese mismo artículo sostiene que el desarrollo integral se realizará en un marco libre de amenazas a la “soberanía de la Nación”. Yo me pregunto si no es atentar contra esa soberanía inocular al país una buena dosis de agentes cubanos diluidos con médicos, entrenadores deportivos y asesores de seguridad. ¿No se hipoteca la soberanía cuando el tipo se deja naricear por un viejo dictador chulo y desubicado?

Si la DGIM me inspirara confianza, denunciaría que al tipo no le basta la bronca endógena y se empeña en buscar camorra más allá de nuestras fronteras. En herir a cualquier mandatario extranjero con su lengua viperina. En usar el petróleo como arma política. Como cualquier malandro que se pasea por el barrio con la pistola al cinto.

El tipo, además, vive preparándonos para una guerra asimétrica que lo convierta en mártir a costa del sudor, la sangre y las lágrimas del ciudadano común. Esas conductas podrían tipificarse como traición a la Patria, si nos atenemos al contenido del Artículo 464 del Código Orgánico de Justicia Militar, según el cual comete tal delito quien practique “actos de hostilidad contra un país extranjero que expongan a Venezuela a peligro de guerra, ruptura de relaciones diplomáticas, represalias o retorsión”.

El sujeto de marras, como funcionario público, podría ser denunciado, entre otras cosas, por usar los bienes de la Nación para promover su figura y su proyecto. Sobre todo en campañas electorales. Esto contraviene el Artículo 13 de la Ley contra la Corrupción, según el cual los funcionarios públicos “no podrán destinar el uso de los bienes públicos o los recursos que integran el patrimonio público para favorecer a partidos o proyectos políticos, o a intereses económicos particulares”. ¿No causa la actuación del tipo un perjuicio al Estado?

Para completar la denuncia le daría a la DGIM otro dato: el tipo anda disfrazado de liberador de pueblos oprimidos, de salvador de la humanidad… Y le dejaría a la DGIM un breve desafío, en tono carnavalesco: “¡A que sí lo conoces!”

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