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Showing posts from January, 2007

Chávez el cargamuertos

Daniel Romero Pernalete Hugo Chávez tiene vocación de cargamuertos. No hay cosa fenecida o agónica que él no pretenda echarse a sus espaldas. Trátese de un cadáver político, de un país en ruinas, de una empresa en quiebra, o de una ideología en avanzado estado de descomposición. Todo vale para un hombre hambriento de afectos condicionales, sediento de reconocimientos prepagados, adicto al poder. Especialmente si la indulgencia se gana con escapulario de otro. Si los favores se hacen desde el bolsillo ajeno. Chávez, por ejemplo, se echó al hombro a una Cuba comunista que apenas respiraba, y a un decrépito dictador que ha visto oxigenado el oprobioso régimen que impuso a sangre y fuego. Todo a cuenta del tesoro público venezolano. Y a cambio de la bendición de Fidel Castro, chulo entre chulos, y de los aplausos de un grupito de trasnochados izquierdosos. Chávez también lleva a cuestas la ineptitud certificada de Evo Morales en Bolivia, el país más pobre de Suramérica. Chávez paga por la

Socialismo es cualquier cosa

Daniel Romero Pernalete El socialismo del Siglo XXI está tocando la puerta. O tumbándola a patadas, mejor dicho. Viene de ganchete con Hugo Chávez. Es decir, llega mal acompañado. Y mal recomendado, cuando se le envuelve en la consigna de socialismo o muerte. Y que nadie le pregunte al susodicho con qué se come su socialismo. Porque pierde la chaveta. Y se deshilacha en insultos para ocultar su nesciencia. O improvisa una respuesta que subraya su ignorancia. Con su muy breve equipamiento ideológico, Hugo Chávez comercia con su socialismo como esos buhoneros que ofrecen pastillas que curan el cáncer, bajan los triglicéridos, detienen la caída del cabello, combaten la depresión, previenen la tisis y endurecen las uñas. De tal forma que cada quien puede darle al socialismo del Siglo XXI la connotación que le venga en gana. Socialismo “self service”, podría decirse. Cada cual puede armar su propio menú. Para cualquier vagabundo sin muchas ganas de sudar, el socialismo chavista es una forma

El strip-tease de Chávez

Daniel Romero Pernalete Venezuela y el mundo presenciaron hace unos días un interesante espectáculo de strip-tease político. Fue el lunes 8 de enero. El escenario: el teatro Teresa Carreño. La vedette: el tipo ese que mis compatriotas reeligieron como presidente. La ocasión: la juramentación del rebaño de nulidades que conforman el nuevo gabinete. Como cualquier stripper, estimulado por los aplausos del público, el tipo se fue quitando su atuendo personal y político, prenda por prenda, hasta quedar en cueros. Desnudito en su desquiciamiento. En su falsedad. En su incultura. El tipo alcanzó el clímax con el atropello verbal al Secretario General de la OEA. Pendejo, lo llamó. Pendejo, de la “p” a la “o”, subrayó, para destacar el volumen y el peso del insulto. ¡Cuanta bajeza cabe en noventa kilos de adiposidades! ¡Cuanta ruindad puede ocultarse detrás de un chaleco antibalas! Si uno examina el desarrollo del show, podrá percibir el raquitismo moral e intelectual del protagonista. En el

Oropeles y engañifas

Daniel Romero Pernalete Uno ha estado mirando en cierta dirección y ha caminado convencido de que es la correcta. En el trayecto, uno ha tropezado, se ha levantado, se ha sacudido el polvo y ha reanudado la marcha. Uno ha sido testigo, también, de mil y un episodios que desnudan esencias y revelan hechuras. De todo hay, realmente, en las escaramuzas contra Chávez y lo que él representa. Uno ha visto fantásticos guerreros deponer sus armas y refugiarse en sus particulares intereses, a esperar que otros hagan el gasto político. A sobrevivir instalados en su comodísima indiferencia. Otros se han orillado para fungir de espectadores. Se han dado un baño de cuestionable neutralidad para juzgar a tirios y troyanos, asumiendo el tono paternal de quien se siente por encima de rencillas menores, de fraternales atajaperros. Otros se han dejado seducir por prebendas mayores. Y ahora hunden sus brazos hasta el codo en el tremedal del oficialismo para extraer las concesiones que engordan su faltri