EL HOMBRE NUEVO DEL SOCIALISMO CHAVISTA

DANIEL ROMERO PERNALETE.

Los promotores del socialismo lo vienen ofertando desde el Siglo XIX: el hombre nuevo. Un ser inédito y angelical, deslastrado de lo que aquellos consideran vicios del capitalismo. Sin embargo, setenta años de socialismo soviético no lo produjeron. Ni cincuenta y siete años de socialismo chino lo han creado. Ni cuarenta y seis de socialismo cubano. El incumplimiento de esa promesa ha permitido que Hugo Chávez, atolondrado exhumador de reliquias ideológicas, haya retomado el ofrecimiento. Más de un insensato se ha emocionado. La cosa, más bien, es como para preocuparse. Avancemos.

Los militantes del socialismo siempre se han planteado como reto ser un adelanto del hombre nuevo. Algo así como una muestra gratis. Un modelo que define la hechura. Ernesto Guevara insistió mucho en eso. Esto implica que, aquí y ahora, el hombre nuevo estaría confeccionado a imagen y semejanza de los socialistas de Hugo Chávez.

El arquetipo del hombre nuevo tendría, entonces, el cinismo insultante de José Vicente Rangel. La ignorancia servil de Nicolás Maduro. Los resentimientos viscerales de Jorge Rodríguez. La torpeza perniciosa de Germán Mundaraín. La dañosa negligencia de Clodosvaldo Russián. El acomodaticio criterio de Isaías Rodríguez. La chabacana intolerancia de Iris Varela. La desvergonzada inconsecuencia de Francisco Arias Cárdenas. La soberbia amanerada de William Lara. Los etílicos desvaríos de Eduardo Semtei. La saña mercenaria de Luis Tascón. Los modales prehistóricos de Acosta Carlés. La inventiva irresponsable de Pedro Carreño. La pervertida afición de Jesse Chacón por el chisme. La insolencia edulcorada de Diosdado Cabello. La incompetencia certificada de Freddy Bernal. La perruna obsecuencia de Juan Barreto. La reptil sumisión de Ismael García. Los arrebatos emocionales de Aristóbulo Isturiz. La sangre fría de los pistoleros de Puente Llaguno. La trisoleada estolidez de Lucas Rincón. El sectarismo cuadriculado de Guillermo García Ponce. El verbo escatológico de Lina Ron. El talante vengativo de Ronald Blanco. El narcisismo autista de Tarek William Saab...

El hombre nuevo, además, vendría sazonado con algunos aderezos importados. Los afanes genocidas de Saddam Hussein. El espíritu terrorista de Ilich Ramírez. La crueldad bárbara de Robert Mugabe. Las inclinaciones delictivas de Don King. El falsedad depredadora de Jesse Jackson. El instinto asesino de Ernesto Guevara. El desprecio de Fidel Castro por la vida y por la libertad...

De Hugo Chávez el hombre nuevo copiaría directamente su ridícula mitomanía. Su paranoia y su culillo. Su insolencia y su chabacanería. Su intemperancia y su desorden mental. Sus múltiples complejos y sus rencores. Su machismo cerril y su fanfarronería. Su incapacidad y su desvergüenza. Su ruindad y su pedantería...

Con un ser humano de tal contextura, cualquier tiempo futuro será peor.

(Atención, Martha Harnecker en Chile, Eva Gollinger en USA, Heinz Dieterich, en México o en Alemanía, Ignacio Ramonet, en Francia: se regala hombre nuevo, en proceso e elaboración. Envíos a cualquier parte sin costo alguno)

19.10.05

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