LOS PADRES DE CHÁVEZ

DANIEL ROMERO PERNALETE

Chávez no es una casualidad. No es un accidente de la historia. Ni una broma pesada del destino. Chávez es el hijo no deseado de una relación incestuosa entre una democracia imperfecta y el liderazgo que la engendró. De esa paternidad colectiva hacen parte muchos de los dirigentes que hoy pretenden erigirse en salvadores. Los claudios, los antonios, los oswaldos, los henrys, los eduardos, los henriques, los asdrúbales... no se están estrenando en las lides políticas. Son en buena medida responsables del encumbramiento de Chávez. Ocuparon posiciones de mando, en el gobierno o en sus partidos. Y, por comisión o por omisión, contribuyeron con el irreversible deterioro del sistema democrático. Con la conformación de una cultura política que sirvió de abono para todo lo que vino después. Se empeñaron en cometer errores. A pesar de las mil advertencias hechas desde el podio y desde los cerros. Hicieron de la Constitución texto muerto y de sus intereses sangre viva. Frustraron las esperanzas de un colectivo que terminó prendándose de un militarcito con mucho verbo y muy pocas letras.

Ellos nos condujeron hasta Chávez. Lo que hoy hace Chávez no es sino consecuencia de lo que ayer hicieron ellos. Chávez maneja a la gente a punta de dádivas porque ellos la enseñaron a pedir, a exigir sin contraprestación. Chávez engaña a la gente porque ellos le mezquinaron luces, la entrenaron en el ejercicio de la ingenuidad. Chávez obtiene dividendos con sus misiones porque ellos no le prestaron atención adecuada a la educación, a la salud, a la vivienda. Con Chávez la corrupción alcanza desusados niveles porque ellos sazonaron la política con el soborno, el dolo y la malversación. La empresa privada cede ante el gobierno de Chávez porque ellos la criaron pegada de las ubres del Estado. Chávez avanza, con pocos obstáculos, en su camino sin rumbo, porque ellos educaron a la gente en la pasividad. Chávez consolida su poder personal porque ellos mantuvieron viva la pasión por adular. Chávez derrumbó la institucionalidad democrática porque ellos corroyeron sus bases. Chávez hace lo que hace porque encontró el camino desbrozado. Chávez es la continuación fatal de lo que ahora se llama cuarta república.

Quienes nos oponemos a Chávez, con sobradas razones, no creemos en los discursos de los padres de Chávez. No importa si hoy llaman a votar o a abstenerse. La gente que piensa no los ve como solución. Ya los probó. Ya se desilusionó. Ya los juzgó. Los ve con precaución suma. A quien lo mordió macagua bejuco le para el pelo, como se dice en el llano.

No obstante, los padres de Chávez tienen perfecto derecho a oponérsele (peor lo hicieron quienes arrimaron su sardina al nuevo fogón). No es ni malo que estén de este lado. Pero eso sí, que vayan en la retaguardia. No a la cabeza. No como voceros. Ellos, con su historial, deslegitiman cualquier opción.

Pelear por una sociedad distinta significa no solamente enfrentarse a Chávez. Implica también luchar contra una cultura política que ellos representan. Supone luchar contra el pedigüeñismo y contra el paternalismo. Contra la domesticación y el caudillismo. Contra la corrupción y la ineficiencia. La construcción de un nuevo orden de cosas no puede hacerse sobre la misma base cultural. No se puede, otra vez, dejar caer la semilla democrática en pedregales donde se quemen. Ni entre espinas que la sofoquen. Hay que colocarla en buena tierra. Y cuidar que germine. Y asegurar su crecimiento. Los frutos vendrán después.

Y quien tenga sesos para entender, entienda.

30-07-05

Comments

eduardo ibañez said…
mamaguevo
Anonymous said…
>La construcción de un nuevo orden de cosas
> La construcción de un nuevo orden
> un nuevo orden...

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