La burundanga de Chávez

Daniel Romero Pernalete


Peligrosa sustancia la burundanga. Efectiva herramienta para malhechores de toda calaña. Absorbida, por ingestión o por contacto, la burundanga provoca una especie de automatismo. Las víctimas ejecutan órdenes sin oposición y pierden la memoria. El burundangueado, en suma, queda sometido a la voluntad del burundangueante.

Desmemoria y anulación de la voluntad suenan a rasgos de funcionario carmesí. Hay como una intoxicación masiva de burundanga en todos los niveles del Poder Público venezolano. Una burundanga que el Chamán del Siglo XXI sabe administrar. Y que se asimila por el oído, por los bolsillos y por el contacto de la mano con el mecate. Una burundanga que hace olvidar las obligaciones constitucionales para dedicarse a satisfacer los caprichos del Chamán.

La burundanga de Chávez hace que los diputados de la Asamblea Nacional olviden el Artículo 201 de la Constitución, según el cual ellos representan al pueblo y a los estados en su conjunto, sin sujeción a mandatos e instrucciones. Burundangueados, se dedican a cumplir las órdenes del Chamán. A aprobar las leyes que él desea. Y las reformas que él ordena. Y los pronunciamientos que inflan su ego.

La burundanga de Chávez hace que jueces, magistrados y fiscales olviden el Artículo 256 de la Constitución. El que habla de imparcialidad y de independencia en la administración de justicia. El que explícitamente les prohibe el activismo político partidista. Burundangueados, se dedican a cazar adversarios del Chamán. A adularlo a gritos, con singular descaro.

La burundanga de Chávez hace que los jerarcas del CNE olviden lo establecido en el Artículo 294 de la Constitución: independencia, imparcialidad y transparencia de los órganos electorales. Burundangueados, se dedican a diseñar trampas para la perpetuación del Chamán en el poder. A inventar atajos para satisfacer sus esquizofrénicas ambiciones.

La burundanga de Chávez hace que los miembros del alto mando militar olviden el Artículo 328 de la Constitución. El que define a la Fuerza Armada como una institución profesional, sin militancia política y al servicio de la Nación. Burundangueados, y a contrapelo de la Carta Magna, se han colocado al servicio del Chamán y de su proyecto. Se han rebajado a la simple condición de espalderos. De soportes de un absurdo caudillismo decimonónico.

La burundanga de Chávez hace que ministros, gobernadores y alcaldes olviden el Artículo 141 de la Constitución. El que coloca a la administración pública al servicio de los ciudadanos. El que establece como guía los principios de honestidad, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia y responsabilidad. Burundangueados, y obviando tales principios, se han convertido en simples marionetas del Chamán. En ejecutores de sus desatinos. En sus aduladores dominicales.

Afortunadamente, el ciudadano común, alguna vez burundangueado por el Chamán, ha ido rescatando su memoria, reconociendo malhechores… y recuperando la voluntad para echarlos a empellones.

23.02.06

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