Chávez, un mal conserje
Daniel Romero Pernalete Imagínese que usted es dueño de un pequeño apartamento. En un edificio más o menos decente. En una urbanización de clase media. Imagínese que usted y el resto de los propietarios dan sus aportes para el mantenimiento del edificio. Y que le pagan a un conserje para que lo garantice. Imagínese que el conserje maneja en forma caprichosa los dineros de todos. Imagínese, por ejemplo, que regala a los conserjes de algunos edificios vecinos los recursos que se necesitan para mantener el propio. Coletos y escobas. Desinfectante y cera. Sócates y bombillos. Brochas y pintura. Imagínese que mientras el conserje dispone de lo que no es suyo (de él) sino suyo (de usted), el edificio permanece sucio y maloliente. Desconchado y a oscuras. Sin rejas ni jardines. Eso sí, adornado con fotos del conserje por todas partes. Imagínese que en medio del deterioro generalizado hay una excepción: el apartamento que ocupa el conserje y los suyos. Imagínese que el conserje viva como un pa...