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MADURO EN "JARBAR" (O EL SUEÑO DE NICLASITO)

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Por: Daniel Romero Pernalete       Hola, Nicolasito . Ayer vi una pequeña (por suerte) parte de la entrevista que te hicieron Vladimir y el otro calvo. Una en la que le dabas a tu padre el título de “Mago de la Economía” (perdónalo, Mandrake, que no sabe lo que dice)... Superado el desagradable impacto, me quedé pensando si estabas "volando" sin tener alas (se entiende, ¿verdad?), si buceabas en el extenso y profundo mar de tu ignorancia o si simplemente chapoteabas en la pútrida cloaca de tu cinismo.     De esa duda salté a otra: ¿esa estolidez, que no te esfuerzas en ocultar, es heredada o aprendida?... Si la heredaste, fue de tu padre, sin dudas. Si la aprendiste, también fue de él. Ni modo.     Sin embargo, tu respuesta me puso a pensar, y después de dorar las costillas por todos lados concluí que en parte tienes razón. Hay que ser un mago para convertir un país rico en un pobre país (o en un país de pobres) en una década apenas. Hay que ser mago para quitarle 11 ceros
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  ¡TE PASASTE, NIÑO JESÚS! Daniel Romero Pernalete   Querido Niño Jesús… Esta vez te pasaste. Todo un año portándonos bien (mi hermanita y yo) y nos sales con ésto. No se vale, Chuchín. Mi hermanita te pidió una Barbie y le llegas con una “Cilita”. Yo te pedí una bicicleta y te hiciste el gualberto. Tú y yo sabemos que no sé moverme en bicicleta, ¡pero tampoco era para que me trajeras un burro! Un “Súper Burro” para ser exactos.         Yo no sé, Niño Jesús, si viniste por tu cuenta o te mandó Herodes. Mi hermanita no ha parado de llorar desde que recibió la cosa esa. Y mi mamá tuvo que darme un baño con agua helada para bajarme la calentera que agarré. Por la tele me enteré que repartiste 12 millones de esos esperpentos. Mataste 12 millones de ilusiones. Eres un ilusionicida. Por lo menos te sale una denuncia por maltrato infantil. Creo que desde hoy en adelante vamos a portarnos mal, porque con esas “recompensas” no vale la pena ser bien portado. Estoy promoviendo la inicia

Su paz y nuestra paz

Daniel Romero Pernalete   Los ciudadanos andamos exigiendo la paz. Al gobierno le ha dado por ofrecer la paz. Esas ganas de paz, sin embargo, no terminan de encontrarse. La razón, pienso yo, es muy sencilla: la paz que el gobierno ofrece no es la misma que demanda la gente... La paz del gobierno es la paz del ciudadano vejado y olvidado que se queda callado. La paz del muchacho asesinado cuyos deudos procesan en silencio su duelo. La paz del estudiante domesticado por una dádiva o una promesa. La paz de la señora que soporta resignada siete horas de cola para comprar dos pollos. La paz del periodista que sólo escribe lo que al gobierno le parece sabroso. La paz del militar que con su carro nuevo le pasa por encima al artículo 328 de la Constitución. La paz del empleado público que a cambio de un salario renuncia a su derecho de pensar libremente. La paz de una justicia prepago que cobra bien caros sus servicios. La paz del indiferente que se niega a salir de su zona de confor

El encuentro (narrado por el pajarito)

El encuentro   (Narrado por el pajarito) Por: Daniel Romero Pernalete Primero me presento. Soy un humilde pajarito de Sabaneta que ha sido arrastrado al torbellino de la fama por el cerebro calenturiento de un tipo que se hace pasar por presidente y quiere venderse como candidato. Me informaron que ese señor anda dando una versión tergiversada de nuestro encuentro. Yo soy un pájaro serio y voy a dar la mía…   Hace poco construí un nidito sobre el techo de una estructura de madera (luego supe que era una capilla). Una de estas mañanas andaba yo por ahí, revoloteando de mango en mango, cuando mi compañera de vida sentimental (¿así es como se dice cuando uno vive arrejuntado?) me avisó que a la capilla había entrado un tipo grandotote, con cuerpo de toro (después escuché que la cabeza era de pollo). Sentí que el nido corría peligro y me apersoné (mejor dicho, me apajareé) al sitio. Traté de intimidar al intruso con varios vuelos rasantes sobre su cabeza (abundosa en cab

Modus Jodiendi

MODUS JODIENDI Daniel Romero Pernalete. Mentira tras mentira. Farsa tras farsa. Burla tras burla. Así manejaron sus segundones el ocaso vital de Hugo Chávez. Dosificaron mentiras para amortiguar el impacto del proceso final sobre sus seguidores. Montaron farsas para calmar la inquietud de mucha gente. A punta de burlas, exprimieron y exprimen políticamente la ingenuidad de medio país… Mintieron cuando lo anunciaron sano, apto para una campaña electoral que terminaría sacándolo del juego. Mintieron sobre la evolución de la enfermedad… Montaron una farsa con dudosos testimonios orales y fotográficos. Enfermeras que lo vieron caminando. Gobernadores que lo percibieron rozagante. Editores que escucharon fotografías. Fotos trucadas que cualquier muchacho pudo hacer mejor… Se burlaron de todo el mundo con comunicados etéreos y declaraciones contradictorias. Que si Chávez hacía ejercicios pero estaba entubado.   Que si sostenía reuniones de cinco horas pero respiraba asistido. Qu

La zona de confort

Por Daniel Romero Pernalete La rutina nos atornilla en nuestra zona de confort. Nos acuna la sensación de seguridad que ella proporciona. Vida y familia, trabajo y propiedades, parecen estar a buen resguardo en nuestra zona de confort. Ella establece los límites de nuestras actitudes y conductas. Nos aislamos del país para que sus estremecimientos no nos sacudan. Decidimos no ver, ni oír ni hablar para pasar desapercibidos. Casi que nos limitamos a vegetar. Mientras nos movemos en la zona de confort, los riesgos sólo parecen existir para otros. Las amenazas quedan afuera. Los disparos que arrebatan vidas parecen sonar muy lejos de nuestra casa. Las expropiaciones y las invasiones afectan a los chivos grandes, no a los chivatos. La represión muerde a quienes tienen el hábito de pensar por cuenta propia y en voz alta. El trabajito que tenemos desde hace una década parece conjurar el desempleo… Ni la economía ni la política nos importan. La primera es asunto de expertos. La se

El menú que otros preparan

Por Daniel Romero Pernalete Los partidos políticos venezolanos cargan con la culpa de cualquier cosa. Se les acusa de pavimentar la vía que nos condujo a Chávez. De secuestrar el derecho de los ciudadanos a decidir. De pervertir la política. De espantar los sueños y ahuyentar a la gente. Casi todo el mundo se cree con derecho a lapidarlos. Se les enjuicia por los pecados que han cometido y por los que no. Es casi un deporte que se practica en cualquier medio. Despotricar de ellos como que da caché. La historia, sin embargo, ha ratificado una y otra vez que sin partidos políticos fuertes la democracia no pasa de ser una mera ficción. Al emitir juicios contra los partidos políticos se comete con frecuencia un error de percepción. Se iguala el papel de las organizaciones partidistas con la actuación de algunos de sus dirigentes. Se confunde la torpeza del jinete con la naturaleza de la cabalgadura. En efecto, muchos dirigentes de nuestros partidos han cometido errores. Errare humanum est