Las estrategias del miedo
Daniel Romero Pernalete Unas semanas atrás, Hugo Chávez se creía invencible. Amenazaba con perpetuarse en el poder si nadie salía a legitimarle un triunfo que él creía seguro. Sus contendores le parecían tan poca cosa que escogió a Bush como contrafigura. El Gulliver de Sabaneta no quería medirse con liliputienses. Chávez se creía indispensable. Dueño de la voluntad de los venezolanos. Amo de los barrios. Propietario del futuro del país. Ungido de los dioses. El descontento del país, mientras tanto, había venido creciendo sin brújula. La rabia se empozaba en las conversaciones de sobremesa. La frustración corría sin cauce. La resistencia desordenada no hacía mella. Las cosas empezaron a cambiar cuando un zulianito animoso le alborotó el avispero. Manuel Rosales empezó a aguarle la fiesta. A llenarle las calles. A alinear voluntades. A señalar caminos. Empezó por metérsele en los barrios, enfrentando a las pandillas entrenadas por el gobierno para quebrar entusiasmos. Pero Rosales no s...