Chavismo, estalinismo y degradación
Daniel Romero Pernalete Algún desarreglo hormonal debió presidir el discurso del Alcalde Mayor en el Teresa Carreño. Fue un espectáculo de una crueldad infinita. De una cobardía sin límite. De un cinismo baboso y frío. Inédito en Venezuela. Fue repugnante el empeño del Alcalde Mayor por hacer pedazos, a fuerza de insultos e insinuaciones, la reputación de un par de jóvenes alcaldes mil veces más eficientes que él. Más degradante aún fue la conducta de la jauría de secuaces que se hizo eco de las ofensas y coreó cada latigazo del agresor. No es de valientes atacar sin riesgo. Emboscar desde el poder. Sacar ventaja del estado de indefensión del otro. Y cobarde es también quien humilla en cambote. Oculto en el anonimato de la turba. Tocado, en sus más bajos instintos, por una lengua vil y depravada. La actuación del Alcalde Mayor destiló un cinismo sin atenuantes. El funcionario habló contra el fascismo, pero actuó como fascista. Habló en nombre del pueblo, pero lo irrespetó de palabra y ...