Para mañana es tarde
Daniel Romero Pernalete Para distanciarse sólo hace falta la voluntad de una de las partes. Para unirse, la de todas. La unidad opositora, de cara a las elecciones de septiembre, no es, por lo tanto, un proceso sencillo. Las buenas y las torvas intenciones se entrecruzan. Las viejas y las nuevas aspiraciones colisionan. Salen a relucir antiguas mañas. Los codazos y las zancadillas se ponen de moda. El venezolano de a pie, descontento e incrédulo, observa… y espera. Puertas afuera, el país se encabrita. Crecen las deserciones oficialistas. Se hacen visibles las decepciones del pueblo llano. No hay muchas puertas abiertas para acoger a los que abandonan la ilusión convertida en desastre que el presidente vende. Parece que se quedarán allí, en una especie de limbo político. Sin aquí y sin allá. El descontento corre por las calles y nadie se detiene a recogerlo. El país democrático exige acercamiento. Necesita entendimiento. Reclama unidad. Por cualquier vía: por el consenso o por comp...