Chávez y Chomsky
Daniel Romero Pernalete
Es costumbre de autócratas y tiranuelos darse de vez en cuando un baño de prestigio con los desinformados halagos de algún intelectual superficial y demodé. Es como si se sentaran debajo de una gárgola a recibir un chorrito de babas que remueva el sucio de su cochina imagen.
Más de un “pensador” bien publicitado ha venido por estos lados a lamerle las botas a Hugo Chávez. El gobierno los invita y les paga pasaje y estadía. Los microfoneros del oficialismo le extraen algunos piropos para el paticorto proceso revolucionario. Se los llevan a Chávez para que les sobe el lomo. Una vez alcanzado el egolátrico orgasmo presidencial, montan rápidamente al invitado en un avión para que no alcance a percibir la podredumbre del régimen ni la protesta cotidiana de la ciudadanía.
El último desubicado que anduvo por aquí en esos menesteres fue Noam Chomsky, cuyo pensamiento lleva tiempo encallado en las riberas de los años sesenta. Entre la sarta de estupideces que soltó, destaca la afirmación de que en Venezuela, con la conducción de Hugo Chávez, se está creando “un nuevo mundo… un mundo diferente… un mundo posible”.
¿Un mundo nuevo? ¡Qué nuevo va a ser un mundo inspirado en una mezcla de estalinismo y fascismo, las más perversas concepciones políticas del siglo pasado! ¡Qué nuevo va a ser un mundo que toma por modelo el trágico experimento de los Castro en Cuba! ¡Qué nuevo va a ser un mundo inspirado el pensamiento retrógrado y banal de un fracasado como el Ché Guevara o de un asaltante de caminos como Ezequiel Zamora!
¿Un mundo diferente? ¡Qué diferente va a ser un mundo en el que se reedita sin rubor el más rastrero culto a la personalidad! ¡Qué diferente va a ser un mundo que amplifica las más aberrantes prácticas del caudillismo latinoamericano! ¡Qué diferente va a ser un mundo que privilegia la muerte y utiliza la guerra a manera de comodín! ¡Qué diferente va a ser un mundo en el que el clientelismo y el paternalismo estatal se empeñan en quebrar la dignidad de los desamparados!
¿Un mundo posible? ¡Qué posible va a ser un mundo diseñado sobre el débil e inestable andamio de los ingresos petroleros! ¡Qué posible va a ser un mundo que descansa en la represión cotidiana de unos cuerpos armados contra una colectividad en proceso de creciente alebrestamiento! ¡Qué posible va a ser un mundo en el que los trabajadores, creadores de toda riqueza, son sistemáticamente atropellados! ¡Qué posible va a ser un mundo que se mueve por la voluntad de un psicópata, megalómano e ignorante!
Ojalá pudiera el Chomsky sondear la opinión que sobre ese mundo nuevo, diferente y posible tienen los familiares de los miles de muertos que en estos diez años ha dejado la violencia que el presidente alienta con sus discursos. O los familiares de los presos políticos encerrados por una justicia que cambió birrete por cachucha roja. O a los padres que sacuden su rabia en la calle frente a una Ley de Educación que pretende fabricar idiotas en masa.
Que sondee Chomsky la opinión de los miles de desempleados que han dejado sin pan las irracionales decisiones económicas del gobierno. O de las innumerables víctimas de la lista del diputado Luis Tascón. O de las amas de casa que lidian diariamente con el precio y la escasez de los artículos de primera necesidad. O de las mujeres que paren en las aceras. O de los indígenas que exhiben su miseria en cualquier semáforo de cualquier ciudad.
Da lástima que personas como Chomsky inviertan la poca reputación que les queda en justificar, sin conocimiento de causa, regímenes autocráticos, militaristas y totalitarios como el de Hugo Chávez y los vagabundos que lo secundan.
Es costumbre de autócratas y tiranuelos darse de vez en cuando un baño de prestigio con los desinformados halagos de algún intelectual superficial y demodé. Es como si se sentaran debajo de una gárgola a recibir un chorrito de babas que remueva el sucio de su cochina imagen.
Más de un “pensador” bien publicitado ha venido por estos lados a lamerle las botas a Hugo Chávez. El gobierno los invita y les paga pasaje y estadía. Los microfoneros del oficialismo le extraen algunos piropos para el paticorto proceso revolucionario. Se los llevan a Chávez para que les sobe el lomo. Una vez alcanzado el egolátrico orgasmo presidencial, montan rápidamente al invitado en un avión para que no alcance a percibir la podredumbre del régimen ni la protesta cotidiana de la ciudadanía.
El último desubicado que anduvo por aquí en esos menesteres fue Noam Chomsky, cuyo pensamiento lleva tiempo encallado en las riberas de los años sesenta. Entre la sarta de estupideces que soltó, destaca la afirmación de que en Venezuela, con la conducción de Hugo Chávez, se está creando “un nuevo mundo… un mundo diferente… un mundo posible”.
¿Un mundo nuevo? ¡Qué nuevo va a ser un mundo inspirado en una mezcla de estalinismo y fascismo, las más perversas concepciones políticas del siglo pasado! ¡Qué nuevo va a ser un mundo que toma por modelo el trágico experimento de los Castro en Cuba! ¡Qué nuevo va a ser un mundo inspirado el pensamiento retrógrado y banal de un fracasado como el Ché Guevara o de un asaltante de caminos como Ezequiel Zamora!
¿Un mundo diferente? ¡Qué diferente va a ser un mundo en el que se reedita sin rubor el más rastrero culto a la personalidad! ¡Qué diferente va a ser un mundo que amplifica las más aberrantes prácticas del caudillismo latinoamericano! ¡Qué diferente va a ser un mundo que privilegia la muerte y utiliza la guerra a manera de comodín! ¡Qué diferente va a ser un mundo en el que el clientelismo y el paternalismo estatal se empeñan en quebrar la dignidad de los desamparados!
¿Un mundo posible? ¡Qué posible va a ser un mundo diseñado sobre el débil e inestable andamio de los ingresos petroleros! ¡Qué posible va a ser un mundo que descansa en la represión cotidiana de unos cuerpos armados contra una colectividad en proceso de creciente alebrestamiento! ¡Qué posible va a ser un mundo en el que los trabajadores, creadores de toda riqueza, son sistemáticamente atropellados! ¡Qué posible va a ser un mundo que se mueve por la voluntad de un psicópata, megalómano e ignorante!
Ojalá pudiera el Chomsky sondear la opinión que sobre ese mundo nuevo, diferente y posible tienen los familiares de los miles de muertos que en estos diez años ha dejado la violencia que el presidente alienta con sus discursos. O los familiares de los presos políticos encerrados por una justicia que cambió birrete por cachucha roja. O a los padres que sacuden su rabia en la calle frente a una Ley de Educación que pretende fabricar idiotas en masa.
Que sondee Chomsky la opinión de los miles de desempleados que han dejado sin pan las irracionales decisiones económicas del gobierno. O de las innumerables víctimas de la lista del diputado Luis Tascón. O de las amas de casa que lidian diariamente con el precio y la escasez de los artículos de primera necesidad. O de las mujeres que paren en las aceras. O de los indígenas que exhiben su miseria en cualquier semáforo de cualquier ciudad.
Da lástima que personas como Chomsky inviertan la poca reputación que les queda en justificar, sin conocimiento de causa, regímenes autocráticos, militaristas y totalitarios como el de Hugo Chávez y los vagabundos que lo secundan.
Comments