Pater famili del Siglo XXI

Daniel Romero Pernalete

Desde que Hugo Chávez apareció en su vida, Venezuela empezó a retroceder. Y quedó condenada a reeditar errores, a pisar bosta. Lo que podría llamarse pensamiento chavista es una colección de antiguallas ideológicas envueltas en una verborrea populachera

Chávez empezó por revivir, en 1992, la tradición perversa de los golpes de estado, de querer imponer a fuego vivo su particular concepción del mundo y del país. Su cháchara antiimperialista empuja a Venezuela cincuenta años atrás. Igual que cuando hace suyo el populismo de Perón.

Cuando toma de ejemplo al que dice su abuelo (es decir, al Maisanta delincuente), el salto hacia el pasado llega a más de ochenta años...Cada vez que suspira por Ezequiel Zamora, el bandolero, Venezuela se pone a siglo y medio del presente.

Cuando pone a Bolívar de inspirador supremo, la distancia entre el país y el futuro casi alcanza los dos siglos. Con el respeto que el Libertador pueda o no merecer, creo que para mirar el mundo en estos tiempos no nos sirven los ojos de Bolívar

Enfrentar el futuro con la mente perdida en el pasado no pasa de ser un acto de estolidez suprema. El retardo cultural que se quiere imponer va incluso mucho más allá de Guaicaipuro y de Túpac Amaru, convertidos en consignas por la lengua de Chávez.

Resulta que el chavismo, como trastorno político y social, nos arrastra más lejos, hasta el pater famili del Derecho Romano. Hugo Chávez pretende transformar al país en una gran familia, sujeta a sus caprichos.

El Secretario del partido Patria para Todos no ha hecho sino dar fe pública de esta retardataria concepción cuando declara que a un padre no se le responde, refiriéndose a las agresiones de Chávez contra su propio partido. Con un padre no se discute, dice el tipo sin vergüenza.

El pater famili del Siglo XXI, por ejemplo, ha asumido el derecho de tomar decisiones que a todos nos afectan. Decide que debe haber partido único, contra viento y marea. Dicta las leyes que se aplican en Venezuela. Decide que decide el Tribunal Supremo de Justicia… O sea, somete, norma, acusa y castiga.

Y hasta se cree con derecho a decidir lo que se debe enseñar a un muchacho en la escuela, y cuales programas de televisión deben ver las mujeres.

Nada se puede decidir a espaldas del líder del proceso, dijo hace poco en un evento público. No quiere autonomía para nada ni para nadie. Quiere un país que sea como un ejército, remató.

E pater famili administra el patrimonio del país-familia como le da la gana. Regala carreteras por aquí, camiones y helicópteros más allá, dinero fresco en la otra esquina. Una breve limosna para la mano extendida, y una tajada gorda para la caja fuerte del compinche.

El pater famili, como el Derecho Romano lo prescribe, juega con el tamaño de la parentela. Aumenta la familia, adoptando cocaleros bolivianos, guerrilleros nicaragüenses, piqueteros argentinos, terroristas colombianos... O echa a la calle a alguno de sus hijos, como ha venido haciendo con más de un segundón que ha caído en desgracia.

Por eso se siente con derecho de amenazar a sus aliados. Por ahí anda más de un partidito moviéndole la cola, y otros con el rabito entre las piernas… Por eso Chávez se da el lujo de insultar públicamente a más de un funcionario, incapaz de exigirle respeto.

En el seno del chavismo, la verticalidad de las relaciones no se cuestiona. El pater famili manda. Los demás obedecen o se marchan... Más de uno debe andar por ahí deseando la orfandad.

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