Chávez el cargamuertos
Daniel Romero Pernalete Hugo Chávez tiene vocación de cargamuertos. No hay cosa fenecida o agónica que él no pretenda echarse a sus espaldas. Trátese de un cadáver político, de un país en ruinas, de una empresa en quiebra, o de una ideología en avanzado estado de descomposición. Todo vale para un hombre hambriento de afectos condicionales, sediento de reconocimientos prepagados, adicto al poder. Especialmente si la indulgencia se gana con escapulario de otro. Si los favores se hacen desde el bolsillo ajeno. Chávez, por ejemplo, se echó al hombro a una Cuba comunista que apenas respiraba, y a un decrépito dictador que ha visto oxigenado el oprobioso régimen que impuso a sangre y fuego. Todo a cuenta del tesoro público venezolano. Y a cambio de la bendición de Fidel Castro, chulo entre chulos, y de los aplausos de un grupito de trasnochados izquierdosos. Chávez también lleva a cuestas la ineptitud certificada de Evo Morales en Bolivia, el país más pobre de Suramérica. Chávez paga por la ...